Bricolaje doméstico

Dejo ir los dedos sobre el teclado a velocidad de crucero mientras mi cabeza, siempre más rápida que mis manos, intenta ordenar todo. Y digo los dedos, en plural, pero solo son dos, los dos índices, derecho e izquierdo, los que castigan al teclado mientras quedan los pulgares libres para darle al espacio. Pués eso. Como quiera que esta semana dejamos lo de correr un poco apartado, ando haciendo balance de bricolajes varios y chapuzas acumuladas con las que mantenerme ocupado. No vaya uno a tener tentación de poner la tele... Dios me libre.
Marchando una de bombillas. Ese radiador pierde agua. ¿Dónde esta guardada la pintura del pasillo? Desde que Alba utiliza el taburete de la cocina como andador las esquinas necesitan cirugía estética. Qué no falte el taladro.... lo reconozco, me divierten este tipo de pequeños retos domésticos. Y si hay suerte hasta se luce uno delante de la mujer. Pero, si sale mal... no es que se te joda salir a hombros por la puerta grande, no es que te caiga una bronca espartana. Que no, que lo peor es ese cachondeo, ese comentario, esa puñalaita trapera que sale cuando uno lleva 2 o 3 cañitas. ¿Por qué no cuentas lo del día que cojiste la pistola de silicona y....? ¿Te acuerdas de la silla que cojeaba... y sigue cojeando? Qué bien quedó colgado ese cuadro, es el albañil el que hizo mal la pared. Otra de bravas que paga McGyver je,je,je. Te cagas.
En fin, que buena fe pone uno toda la que tiene. Y ganas. De medios andamos un poco más cortos. Desatornillar con un cuchillo de punta redonda un tornillo de estrella, pues no es lo mejor. Purgar los radiadores con una moneda de 1 centimo es mejorable. Ir de heroe y pelar un cable sin cortar la luz es de kamikazes...pero uno no es Kristian Pielhoff (el de Bricomanía) que ni mancha, ni se despeina, ni encharca ni ná de ná. Aficionados.