sábado, 18 de febrero de 2012

Conozco un lugar...

En aquel lugar especial donde te escondes, cuando la cosa se pone fea, no hay árboles frondosos ni verdes praderas. Por allí no fluyen cristalinos arroyos de montaña ni te rodean nevadas cumbres. Tampoco hay montañas de basura, por suerte. En aquel rincón secreto donde te atrincheras y te pones en cuclillas hasta casi desaparecer no encuentras impresionantes acantilados ni inabarcables valles. No descubres -porque no los hay- secretos enterrados ni cuevas mágicas. En ese pequeño espacio donde escapas cuando quieres olvidarte de todo y que todos se olviden de ti, nadie sonríe todo el rato ni se oyen palabras dulces. Tampoco hay malos caretos, ni gritos, ni voces. Tampoco esta lleno de tías buenas ni de cajas de cervezas. Ese hueco donde solo cabes tú...tú y tu cuerda locura, tu inexplicable rareza, tu tierna, pero ruda, sencillez castellana tiene un nombre. O varios.
Y vas a él y vuelves. Y eres grande cuando de vuelta de tan preciado lugar la gente que te quiere lo nota en tus ojos, en tus abrazos, en tus palabras. Eres grande cuando eres capaz de dosificarlo en la justa medida para no secar el pozo, para no inundar el agujero, para no hundir el tejado. Ese sitio, tan parecido y tan distinto al de todos vosotros para mi se llama "entreno".