viernes, 30 de octubre de 2009

Luna y frontales

Vuelven las tinieblas a apoderarse de las tardes y de los entrenamientos del tricurrante. Vuelve la pereza, empujada por la oscuridad, a hacer mella en la voluntad de tripadre. Vuelven los días de "mejor lo dejo para mañana y madrugo"...y luego no hay quien te saque de la piltra.
Pero ayer vencí yo. Un triunfo doble porque no solo entrené, si no que además hice series. Con nocturnidad y alevosía, en la carretera de las Aguas y jugándome el tipo. De las idas y vueltas entre el km 1 y el 3 por la contorneada pista de tierra me llevé para casa 4x2.000 y 4x1.000 recuperando siempre 1'30''. La luna quiso hacer acto de presencia y fue bienvenida, porque las zonas libres de arboleda se iluminaban nítidamente. Lo suficiente para evitar tropezones y traspieses. ¿Entonces? Si. El peligro venía de los compañeros corredores. Más bien de aquellos con frontales en la cresta. Y sobre todo de los que no saben que donde hay que apuntar el haz de luz es al suelo, no al frente -una opción es ponerlo en la cintura, no en la cabeza. Deslumbrado por los brillantes leds se evita el choque frontal con el otro pero quedas luego totalmente a ciegas por el propio exceso de luz. De verdad, peligroso.
Desde aquí reivindico el encanto de correr a semioscuras, el dejar a los ojos adaptarse a la poca luz que hay y disfrutarla, el ser capaz de oir venir al otro (imprescindible dejarse la música en casa), en fin que apuesto por el correr por correr sintiendo la noche, la oscuridad y el tibio calor de la luz de la luna.

domingo, 25 de octubre de 2009

No era el día...

...y me tuve que dar cuenta allí (típico pensamiento que ataca desde dentro, poco a poco, pero que queda grabado a fuego después de muchos metros -no los suficientes-).
Ni es la primera vez que pasa, ni será la última. Y ahora tendría que venir el chorreo de excusas pero lo vamos a obviar para aquellos más valientes, aquellos que sean capaces de vencer el sentido común y decir eso de ¿qué te ha pasado? Esos echaospalante son dignos de ser castigados con todo la retahila, una tras otra, hasta saturación. Y mientras piensas: "excusas por excusas, esta te la debía", o eso de "no me lo creo ni yo pero si lo cuento igual cuela".
Pués nada, que quería hacer una tirada larga (yo, más larga) porque la hacía Kantu. Que quería meterme entre suela y visera un test de 32 kms largos sin estar preparado para hacerlo -a este ritmo me refiero-, que quería ver si era verdad eso de quien tuvo, retuvo... Solo insistiré en que no era el día y añadiré: ni el sitio, ni la hora, ni los entrenamientos que debería haber detrás, ni... Todo quedó en un aborto de tirada larga de 22 kms a un ritmo decente pero que me tiene ahora sentado delante de un calendario familia-laboral buscando un hueco para la venganza. ¿Contra quién? ¿Contra mi? Pues sí. Hay que estar gilipollas...

viernes, 23 de octubre de 2009

Yogi Tea

The beat of your heart is the rythm of your soul
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No lo digo yo, lo dice el Yogi Tea que me estoy tomando ahora mismo. ¿Es una señal? ¿Un mensaje? Mientras saboreo la infusión voy dándole vueltas a la frase. Hay algo que se me escapa....

lunes, 19 de octubre de 2009

Cuando toca...

Prefiero tener los ojos cerrados. Siempre que lo que hay encima es un techo bajo los párpados, echo el cierre y descanso la vista. Tampoco me gusta hablar pero...además es que no podía. ¿Por qué siempre es el pie derecho el que cruzo sobre el izquierdo y si cambio no estoy cómodo? Ese ruido. Joder con ese ruido. Y ese olor. Se engancha bien dentro y te acompaña el resto de la tarde. Pequeños chispazos eléctricos suben por la espalda. Corrén desde la rabadilla hasta la colleja como un triatleta novato en una transición: parece que se detiene a la mitad y vuelve atrás, pero arranca de nuevo. A golpes, inseguro. Y en la nuca se convierte en escalofrío y vuelve hasta donde empezaría la cola si fueramos...más animales.
Me dicen algo borroso. Abro los ojos y a escasos centimetros de mi hay otro par de ellos. Con unas enormes pestañas potenciadas, seguramente, con alguno de esos trucos femeninos. A los lados de su cabeza hay como un aura luminosa. Cuando se retira hacía atrás me ciega un resplandor y me giro.
"Ya está".
Esta vez si lo he oido claro.
"Enguajate. Si sangra no te preocupes, es normal"
Una ligera molestia en las zonas donde las dos mandíbulas se encajan es lo que queda mientras pago. Camino de casa la lengua se dedica a explorar el nuevo entorno. Otra vez igual que un triatleta, esta vez experimentado, analiza al milimetro los boxes después de dejar la bici.
En diez días, toca volver...

martes, 13 de octubre de 2009

Mi cuadro

El dia se escapa por el desagüe junto con el agua sucia de fregar los platos. Bajan juntos, cañería abajo, dejando tras de si ese típico ruido de garganta que traga. Y se va. Otro día más sin poder entrenar, casi sin poder escribir. Hoy Lérida, mañana Valencia, pasado Cádiz. Ha habido epocas mejores...pero también peores.
Aclarando los 3 vasos empujo lo que queda de hoy y pienso en mañana. Dos brazos cálidos y familiares me rodean por la cintura. Cerrando los ojos dejo caer la cabeza hacia atrás y encuentro un hombro donde apoyar mi nuca. Algo susurrado al oido me arranca una sonrisa. De cuajo, espontánea. Creo que hasta me ruborizo. Preparó infusión de tomillo. Pongo una cucharada de miel en cada taza. Saco la tableta de chocolate negro y lo acerco a la habitación. Son pequeños lujos para cerrar bien un día largo.
Mi cabeza esta como mis piernas...vagas, perezosas, pesadas. Me cuesta juntar letras que digan algo, que expresen lo que tengo por dentro. Igual que me cuesta juntar kilómetros vestido de corto. Pero ni vivo de lo que escribo, ni como de mis carreras. Me vuelvo a sonreir pensando lo simple que soy, que somos.
Con la luz apagada y mientras las pupilas se hacen a la oscuridad voy dando pinceladas en el cuadro que tengo a medio pintar...y, a oscuras, me sonrío otra vez.

viernes, 9 de octubre de 2009

Leña al mono

Ahora ya ha pasado Elba. Lo gordo de este año esta hecho (y creo que bien hecho). Se acortan los días, se alargan las noches. Pero no se va el calor, no refresca, no hace falta buscar las mallas piratas en el armario. Sin camiseta y pantalón corto. Caloooor. Y vamos llegando a mediados de Octubre...
Como la bici ya ha quedado relegada a algunos fines de semana, volvemos a darle caña a las herraduras. Y que mejor forma de estrenarse tras el ironman que con una tirada mediolarga el miercoles y con unas series hoy. Dicho y hecho. Sin piedad y con mi nueva compañera en la rodilla izquierda. Solos yo y mi intuición experimentamos un entrenamiento. Asi, a la brava. Ahora no me importa que la rodilla reviente. Si lo hace pararé. Si no lo hace... voy camino de Donosti o Badajoz o Sevilla. Este año sin presiones, sin objetivo, sin una dedicación seria como el año pasado. Aunque las series de hoy no han salido tan mal... cada día entiendo menos. Y cuanto menos entiendo más divertido es esto.
Empieza el fin de semana largo de el Pilar...creo que toca playa.


jueves, 8 de octubre de 2009

Vicios...confesables

Porque hay otros que no lo son, ¿verdad?
Pues uno de esos, de los que se pueden contar, es para mi las palmeras de chocolate. Un pecado venial, un homenaje al cuerpo, un premio tras un día duro. Como el de hoy, por ejemplo. De forma totalmente premeditada encamino mis pasos hacía la pastelería elegida. Parado en el semáforo, al otro lado de la calle, la mano se adentra en el bosillo y escarba entre las monedas buscando la del tamaño y peso adecuado. ¡¡ Cazada !! La zarpa aguanta cerrada dentro de su escondrijo hasta que la víctima esta cerca. Subir el peldaño que da entrada al mausoleo del dulce es pisar el cielo.
- "Buenas tardes. Me da una palmera de chocolate"
- "Hola. Ahora mismo"
- "No me la envuelvas mucho. Hoy me la he ganado y va a durar poco"
- "¡Que la disfrutes!"
Intercambio de prisioneros. Un euro por una palmera. Cruce de miradas. Sonrisas.
Para que la satisfacción sea total solo falta un café con leche. Pero de los hechos en casa. Mucho café y poca leche. Sin nada de azúcar. Si mezclas mordiscos de la palmera y tragos de la taza se consigue esa mezcla de sabores y texturas que consigue que mis endorfinas broten y corran hacia sus receptores. Así se consigue el placer. Pura química.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Eres lo que haces

...y por eso hay que escojer con mimo. Para ser algo de lo que uno se sienta orgulloso. ¡¡Qué menos!! Comienza la busqueda de ingredientes que se vayan añadiendo al guiso del 2009. Quizás salemos un poco el plato con la maratón de Donostia, quizás le demos un poco de frescura con algo de monte, quizás nos tengamos que conformar con algo de bici de montaña (si consigo devolverla a la vida). Quizás algo de escalada o nieve. Sea lo que sea formará parte de lo que seré yo...y todo esto mientras la rodilla aguante -que aguantará- en espera de esa resonancia. Porque el gran protagonista es el quiste, mi quiste, que ha quedado tan majete en esta foto de Elba. Es capaz, incluso de hacer sombra a mis inseparables varices. El día que me arregle la pata no me voy a reconocer ;-)

viernes, 2 de octubre de 2009

Dulce

O de como algo que podría haber sido muy ácido se tornó en dulce.
Y aquí no puedo dejar de agradecer al de Kaniyu la aportación que tuvo a la causa (tan anónima como premeditada, por cierto). "Tiúúúú, no se quien te iluminó al hacer la maleta pero...gracias por meter el invento ese para mi rodilla". Sinceramente, creo que nada habría sido igual de dulce sin esa ayuda.
Hasta la T2 llegué tranquilo y sereno. Creo que como hay que llegar si quieres correr decentemente durante más de 3 horas. Después de buscarle las cosquillas a los últimos 20 kms de la bici. Con el dorsal girado ya, ajusté como me había dicho Miki la cinta rotuliana, me até las zapatillas, me puse la visera y me eché al ruedo. Lo único que sabía al salir de boxes es que por delante había 42 kms. Nada más. Como iba a responder yo era un misterio. Mentalmente iba preparado para lo peor: tener que andar muchos kilómetros. La retirada no estaba entre las opciones.
Marqué un buen ritmo de salida, sin ser exigente pero tampoco conservador. Entre cocacola y naranjas, regado por esponjas verdes, animado por lo que veía de reojo en mi rodilla fueron pasando los kilómetros. En la segunda vuelta ya me encontré en carrera con amigos. Mentalmente iba poniendo cruces junto al lado de cada uno en la casilla de "bici terminada". Ninguna casilla quedó en blanco. Y la rodilla no se hinchaba, y las vueltas pasaban, y yo corría. Cuando empezé la tercera vuelta comenze a saborear un cierto dulzor. El ritmo era bueno, iba incluso pasando gente que se habían bajado antes que yo de la bici. Sonreía. Me pasé casi una hora sin mirar a la rodilla, cuando volvi a hacerlo el miki-remedio estaba funcionando. Ahora si saboreaba un almíbar excelente. Acabé la cuarta vuelta y la quinta me la plantee como un homenaje a mi mismo. Mirada al frente, ojillos humedos, paso resuelto. La última pasada por el paseo maritimo no pude evitar echar de menos a alguien que hace 4 años estaba allí, con su bombo de 7 meses. Más azúcar para el fin de fiesta. De una forma inapreciable le hice un guiño a mi rodilla: "Gracias", giré a la derecha y encaré la meta. Todavía no hacía 11 h que me había echado al agua. El pastel de fin de fiesta estaba servido...cogí mi trozo y espere a que llegaran el resto de mis invitados.

jueves, 1 de octubre de 2009

Amargo

Si amigos. Como la(s) cerveza(s) que me he tomado en Elba. ¡¡
Menuda fama me estáis dando !! Señores de Mahou, Heineken, Cruzcampo, Damm...se aceptan patrocinadores ;-)
Pero ahora hablo de otro amargor... porque la sensación de ir justo en la bici es pura hiel. Todos la conocéis. Pensar que en cualquier momento tendrás que poner pie en tierra PORQUE TE HAS PASADO antes es... es mucho peor que la de tener que parar porque no has entrenado lo suficiente. Y no avisa cuando va a llegar. La garganta se seca y necesitas beber más a menudo. La lengua se vuelve pastosa y sube, desde lo más profundo, un sabor agrio que se apodera de la boca. Se instala justo detrás de la campanilla y se convierte en desagradable compañía. Cada vez que tragas, cada vez que aprietas, cada vez que te levantas sobre los pedales. Pero eso no pasó hasta el km 150, en la tercera vuelta. Si. Fueron 3 vueltas increibles por un circuito duro y rompepiernas. Carretera de costa, sin grandes puertos pero con repechos serios que ajustaban cuentas con el que había medido mal sus fuerzas antes. La primera vuelta nos conocimos y nos tomamos las medidas. Pasé a mucha gente, suelto de patas y disfrutando de las vistas. Con esa agradable sensación de apretar cuando toca y que el cuerpo te responda de inmediato. En la segunda saqué pecho y subí el ritmo. Un fallo en Sant Ilari (el chip no pitó al pasar sobre la alfombra) me produjo una auténtica "comida de olla" además de perder algo el ritmo -tuve que volver atrás cuando me avisaron y pasar de nuevo hasta 2 veces más por la alfombra-. Desde aquí hasta el final de la bici no me quité de la cabeza la pregunta de "¿Y que coño pasa si en la primera vuelta tampoco pitó"?. Amargo veneno para la motivación. Y en la tercera vuelta, el circuito me enseño los dientes. En forma de calor y repechos. Demasiado tarde, yo ya le había ganado la partida por esta vez. Pasé un rato duro, pero lo pasé. Y llegué por tercera vez a Marina di Campo. Con la garganta seca, la lengua pastosa y un sabor amargo. Solo una buena maratón puede empujar este amargor fuera. Igual que yo empujaba la bici corriendo descalzo sobre la moqueta.... y además le debía una cerveza a Tante: no había conseguido bajar de 6 h

Nota: datos de Miki. ¡ Gracias !

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Salado

Después de 5 vueltas ya no quería más pulseras. De verdad que no. Ni camiseta de finisher, ni medalla, ni ducha, ni siquiera una jarra de cerveza bien fría. Yo no quería saber el tiempo que había hecho (corrí sin reloj), ni los que había delante ni los que quedaban detrás. Os lo juro que no quería. Yo, sabiendo que había sido el primero de todos los amigos en llegar, lo único que quería era abrazar bajo el arco de meta a todos los que aún quedaban en carrera. No soy el dorsal 83 que llegó en el puesto 13. Soy Esteban que espera a Miki, a Tante, a Talín y a Jon...
Ahora, unos días después mientras pongo orden en los trastos y en los pensamientos, tengo una mezcla de sabores que durante el gran día estaban completamente separados...
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Salado.
El neopreno todavía huele a mar. Le voy a dar otra ducha...
La natación en el mar es impresionante. En 2 vueltas iguales pero distintas. Echarse al agua casi a oscuras y, en la siguiente vuelta, nadar hacia el sol naciente hacen que cada brazada sea distinta. Yo me despisto, me desconcentro, me "voy". Me debe de poseer el espíritu de Dori ("Buscando a Nemo") y contínuamente me tengo que decir eso de "Sigue nadando, sigue nadando, sigue nadando...". A veces con permiso y otra veces sin preguntar, el agua del mar llena mi boca, corretea entre la lengua y los dientes. Flirteo con ella y acabo echándola fuera. Mientras no baje garganta abajo no hay problema. Por la nariz mejor que no entre. Solo algún golpe - Talín, vaya capón me diste ;-) - y alguna caricia anónima en las plantas de pie me recuerdan donde estoy y que esto consiste en pasar lo antes posible de la horizontal a la vertical. De lo humedo a lo seco. Del agua a la tierra firme. Luego, bajo las duchas de agua dulce, me quito el neopreno y lo intento con la sal. Nunca es suficiente. Mientras trotas hacia la T1 y en los primeros kilómetros de bici, la boca salada y la ropa mojada es lo que queda trás nadar algo más de una hora.

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