Buen rollito

Nos juntamos un grupo de personajes cuando menos curiosos. Como anfitrión la máquina de café de la sala de espera de un aeropuerto. Cada uno con su estilo, cada uno con su vida. Uno que lleva, solo de piscina, más kilómetros que yo en la bici. Esta delgado, fino dice él. Cuenta detalles de las tupas de entrenar que se ha metido. No dobla, redobla entrenamientos. Viene dispuesto a darlo todo con la vista puesta en Hawaii. Escuchamos atentos, como el que mira un documental de la 2. Hay otro par de personajes que pasarían desapercibidos si no fuera por la maleta de la bici. De porte atlético pero no destacan tanto como el primero. Tienen un trabajo a turnos que les permite meter buenos volúmenes de bici entre semana. Uno se estrena este año en larga distancia y el otro es de los de 5 o 6 ironmanes al año. Coinciden en que este invierno ha hecho bastante frío y aire para la bici. Van preguntando al primero sobre las teorías de entrenamiento que este expone. Pasan dos chavalitas, son 2 guiris de esas que llaman la atención. No se si por las pintas o por lo despampanantes. Yo nunca he sido de rubias. Se hace el silencio. "Esas son de las que ponen crema en la carpa de transición", dice el experto. Risas. Y luego estoy yo. Enredo con los botones de la máquina del café para disimular los nervios. La bici me da respeto. Me han faltado kilómetros. Como siempre. Saco un cortado y me uno a la conversación. El vuelo para Lanzarote sale en 30', les digo. ¿Vamos tirando?

Todos tienen nombres y apellidos, todos están por ahí, por las carreras, pero esta noche les he juntado a todos en un sueño. Oye, que me he levantado con un buen rollito...