Ya estoy aquí. He ido y he vuelto. 5 días en El Cairo currando y turisteando. Más de lo primero que de lo segundo. Un país de muchos contrastes donde la gente es feliz con mucho menos de lo que nosotros consideramos imprescindible. Grandes piramides y también grandes contrastes entre clases. ¿Quién decide si uno nace en el lado fértil o en el lado esteril de la vida? A quién sea, gracias por lanzarme al lado bueno, pero es una pena que desde una orilla no se vea la otra. La construcción de un puente que uniera ambos lados sería más sencilla. Ojos que no ven.... Así de memoria y sin pensar mucho me ha llamado la atención el caos de circulación con muy pocos accidentes, los edificios a medio construir o a medio derrumbar -casi todos-, el papelón de la mujer en el islam, la energía que transmiten las piramides cuando estas junto a ellas, lo sucio que esta el Nilo, el tesoro de Tutankamón -oro, oro y más oro- guardado en un museo que se cae a trozos y los niños camelleros de entre 5 o 6 años que nunca aprenderan a leer ni escribir.
Que pena de mochila, familia y 10 ó 12 días más para sacarle partido al viaje. La vida sigue...
1 comentario:
Esteban, he sentido esa experiencia unas cuantas veces, ya que por motivos de trabajo también voy al Cairo con frecuencia y además a Damietta y Port Said (estas dos son parte del Egipto profundo y no turístico) y aquí ya hay menos contrastes y más dureza.
La verdad que es un pais que hay que ver y muy recomndable salirse de los circuitos turísticos para poder ver al país de verdad.
Saludos, Zubi.
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