Hoy ha sido un día de descanso, no buscado pero encontrado. La bici durmió enfilando la puerta de casa con idea de rodar esta mañana cuando el sol, maestro de ceremonias siempre bienvenido en estos meses, diera su beneplácito. Quiso la suerte que se torciera la noche y esta mañana he decidido que había que estar pendiente de la familia. No importa. Habrá más días. Aunque un sabado como el de hoy es una perita en dulce en pleno invierno. Aprovecho para regalarme una sobredosis de Alba con la que compensar el mono que esta semana, por exceso de trabajo, me había generado verla poco más que dormida.
Otra cosa. Pués si, parece que mañana en Guadalajara no vamos a pasar nada de calor. No importa, el frío se quita de dos formas: abrigándose hasta que den la salida y corriendo a tope después. Y en meta un carajillo doble. A mi no me asusta el hielo nada más que los cubatas -cuando ponen mucho, claro-. Consigo el perfil de la carrera de mañana y veo que, menos llano, hay de todo. Qué bien. Esta asegurado que las piernas tendrán su recompensa al final de la carrera. Ellas y yo. Un resultado muy bueno sería bajar de 1h20'. Mañana os cuento. Eusebio, ataté bien los cordones que voy...
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