Cuando estoy en la piscina no puedo dejar de pensar en los hamsters dando vueltas en sus ruedas ...ir y volver, ir y volver, ir y volver...y además metido en remojo. A pesar de esto hay semanas en las que le encuentro una gracia especial a esto de la natación y, suele coincidir con esas sesiones en las que soy capaz de notar como me deslizo sin pegarme con el agua, siento que me apoyo en el agua y que la remada me impulsa hacia adelante. Las piernas, no se porque motivo, se vuelven más ligeras, incluso en algunos largos baten a ritmo de los brazos y no son un lastre que arrastrar. Estos días me ducho después con una sonrisa de oreja a oreja y pienso: estas en el buen camino, te estas haciendo con ello... y salgo motivado para volver al día siguiente.
De los días en que se te quitan las ganas de volver a ponerte un bañador hablamos otro día, pero es que esta semana ha sido de las que motivan y lo quería contar aquí.
Esta mañana 45' de piscina con muchas aletas (¡eso si es ir rápido!) y después de trabajar una carrerita de 1h15' que acabó con una tormenta. Las piernas ni se acuerdan ya de Elche...
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