¿Civilizados? Vamos, no jodas

Este loco mundo no deja de sorprender. Y casí siempre que lo hace, para mal.
El sabado por la noche Anna estaba entretenida en el laborioso protocolo de prepar un yogui té de pimienta. No es díficil pero a mi, lo reconozco, todo lo que se salga de calentar agua y echar una bolsita me supera. El final del día, si ha lugar, lo celebramos siempre con una buena taza de té. Tranquilos. Enroscados en el sofa. A oscuras.
Mientras el té seguía su curso, a medio camino entre la cocina y las macetas de la terraza, tendía yo una lavadora donde se mezclaban mis disfraces de corredor y la ropita de Alba. La princesa de la casa, después de haberse pillado dos datiles con una puerta, dormía tranquila con su dedito vendado en alto, apuntando a su elefante azul. Hasta el canto de algún grillo despistado entraba a través de la ventana entreabierta. Una noche tranquila.
A la mañana siguiente no lo podía creer. Oía la radio y me pareció increible que a menos de 500 m. de nuestro sofá, casi a esa misma hora, tenía lugar una tragedia. Con los pelos de punta necesité un buen rato para asimilarlo. Aún y sin conocer a la victima. ¿Qué nos está pasando? ¿Qué mundo se van a encontrar nuestros hijos? Uno se avergüenza de pertenecer a los "civilizados"...