Maratón de Barcelona: 2h 59' 42''

A rodar. Largo y tendido, pero con muuuucha cabeza. Y al final me comí la maratón a cucharadas. Unas muy llenas que casi se me atragantan (entre el km 22 y el 25 ó entre el km 39 y el 41) , otras medio vacías, con sensación de poder ir más rápido y la mayoría en su justa medida, disfrutando, mirando al frente y sintiéndome dueño de mi mismo con un cuerpo que me responde a la perfección. Bajo la pancarta de salida cerré un momento los ojos e intenté visualizar la carrera. Si todo iba perfecto aspiraba a esas 3h pero siendo justo conmigo mismo, hasta 3h15' era un buen resultado. No habían dado la salida y yo, sin moverme, ya había pasado por el Camp Nou, por la Sagrada Familia y por la torre Agbar. Cuando empezó el canto de grillos de los chips pasando por la alfombra tuve una especie visión. Era un día donde iba a haber de todo. Y así fue.

Los primeros 5km fueron rapiditos aunque se preveía una mañana calurosa. Buscando mi sitio, que suele ser solo entre dos grupos. Corría sin cronometro, con las referencias de la organización cada 10 km. Pasé los 10 primeros en poco más de 40'. La media maratón no acababa de llegar y tuve que escaparme en plena Av. Meridiana, buscar un bar y sentarme 2'. Dichosos apretones. Perdí contacto con el grupo y al salir del chiringo me absorbió el grupo con la liebre de las 3 h. Me adelante de nuevo, paso en 1h28' y pico la media y del km 22 al 25 pago el esfuerzo. De todas formas me salen los números. Cabeza, mucha cabeza. Los kilómetros pasan y a falta de 10 me vengo arriba. Las piernas siguen a la cabeza hasta el km 39. Meta esta cerca pero antes del km 41 me adelanta la liebre de las 3h otra vez. Ahora detrás de ella. Hasta meta. Justo cuando el reloj arranca con el 2h 59' enfilo la recta de meta. Si, si, si... Cierro los ojos y repaso lo que ha dado de si toda la mañana. Sonrío. Y gano. No hay mejor trofeo que esa sensación.