En contacto con el suelo, para lo que necesitemos, están las patas. El centro de operaciones está más arriba. En la azotea. Justo en el otro extremo. Desde allí, cualquier orden llega hasta las ejecutoras finales: las piernas. Pero antes, el estímulo, pasa por dos lugares claves: el corazón y los cojones/ovarios. A veces el coco dice que palante pero el corazón no da más de si a bombear oxigeno. Sobrepasa el límite de pulsaciones y ni aún así las piernas van. Se vuelven pesadas y lentas. De madera, solemos decir. Se cansan. Y hay que aflojar o reventar. Como el Lute.
Otras veces el corazón funciona bien pero en el ático algo falla. Excusas, que después no tienen razón de ser, empiezan a bombardear el centro del coraje -si es que existe- y de nuevo son las piernas las que sufren las consecuencias. El último recurso, en ambos casos, siempre es el mismo: echarle cojones/ovarios. Estos nunca dicen nada. Siempre están ahí. A medio camino entre la parte superior y las piernas. Intentando inactivar mensajes negativos que vienen de la cabeza o del corazón. Muchas veces engañando. Socorridos elementos para cuando uno esta vacío o desganado. Intentando filtrar mensajes. Dando el último empujón. Intentando que las piernas no paren hasta acabar el entrenamiento o hasta pasar bajo el arco de meta. Y dicen los que saben exprimirse a tope que si no tiras de ellos, si no recurres a su participación, es que no lo has dado todo...y podías haber hecho más.
2 comentarios:
Precisamente hoy me he fijado en una frase que tiene que ver con esto:
“Cuando la gente me pregunta por qué corro les respondo que muchas personas corren para ver quién es el más rápido, yo corro para ver quién tiene más agallas.”
Como es de un inglés dice agallas pero lo mismo podía decir cojones.
Hombre... para follar tb ayudan, aunque sean como tope :-))
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