Un brownie (literalmente ‘marroncito’) es lo que he mojado hoy en el café con leche. Acogotado en una esquina del office con el puto movil vibrando en el bolsillo y el reloj amenazando con casi las 9:00 AM me he hecho, a duras penas, con un trozo del bollo que una compañera de curro nos ha traido. Pués nada tú, que era pequeño y se ha hecho conmigo enmarronandome el resto del día. Por tierra, mar y aire han empezado a llegar historias e historietas que ponen a prueba el Mario Bros que todos llevamos dentro. Pim, pam, pim, pam hombre orquesta que no da de si para todos los instrumentos que tiene que tocar. Y ésto que no suena. Ni pasodoble, ni tango, ni ná de ná. Esta claro que hay días que es mejor quedarse en casa. Curiosamente, a medida que se acerca la hora de salir se va abriendo un claro entre las nubes. El marrón se aclara y se empieza a pensar en que algunas cosas se pueden hacer mañana. Pero a mi no me vuelve a pillar.
Mañana desayuno un par de blondies (son brownies hechos con azúcar moreno y sin cacao, según la wikipedia) y que acabe el día como corresponda. Ah, y esta tarde tengo apalabrada una hora de carrera quitapenas. Con esto no va a poder el dichoso bollito. Eso si es acabar bien el día ;-)
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