La vuelta a la tortilla

El miércoles fue el leñazo. Doble piño. Había llovido y las aceras de Barcelona son trampas mortales para el corredor nocturno. Agazapadas bajo el brillo del agua se esconden las más asesinas tapas de alcantarilla. En cada giro, en cada vuelta, a la sombra de las farolas...Si además vas con mil cosas en las cabeza tienes la hostia asegurada. Hasta aquí todo bien...pero que pase 2 veces en menos de 1 hora y en la misma rodilla (la de la cabeza del peroné girada, por cierto) es de gilipollas. Como yo.
Pues eso, desde el miércoles no había vuelto correr. La rodilla hinchada y la herida que con el "juego" de la articulación no acababa de cicatrizar me lo impedían. Eso y las ganas de correr, por fin, una dichosa media maratón me hacían reservarme. Fallé Granollers, volví a fallar en Barcelona y, a la tercera tenía que ir la buena. El domingo, cuando sonó el despertador, sin abrir los ojos me llevé la mano a la herida y la note algo hinchada. Me giré en la cama pero no podía dormirme. Anna y Alba no vendrían porque la nena esta con bronquitis; eso siempre pone un punto más de pereza a salir de casa. Pero finalmente salté de la cama y pensé....esta me la acabo.
Y así fue, con buen tiempo al final (marca personal) y con la rodilla que hoy pide descanso pero contento porque creo que ha llegado el punto de inflexión de la mala racha.
Ayer no me podía permitir arrastrar más la desgana. Salí a pelear con lo que había sido la semana y vencí. Hoy ya estoy convencido que se acabó. Gracias por los ánimos a todos. Seguimos...