No he podido evitarlo. Me he asomado a la ventana y ya sabía que estaba perdido. Con la espalda todavía quejona, no he podido negarme a los cantos de sirena (bien abrigaditas ellas, por cierto) que me han engatusado desde las profundidades de la niebla. Ya en la calle me he dado cuenta que había acertado. La nieve en el suelo, el frío en el ambiente y la boira amortiguaban cualquier ruido y, si no fuera porque yo lo sabía, parecería que corría flotando a unos centímetros del suelo, sin tocarlo. Envuelto por completo en ropa, excepto los ojos, he trotado sintiendo como el pelete que hacía arrancaba lágrimas que dejaba convertidas en escarcha apenas abandonaban su escondite. Son esas lágrimas tan especiales que vencen a la gravedad. Esas que no bajan por el tobogán que forma la nariz con la mejilla. Esas lágrimas que cruzan todo el ojo por dentro del párpado inferior y salen camino de la oreja, paralelas al suelo, dejándote antes la visión nublada. Esas lágrimas que nacen para humedecer los ojos secados por el frío aire ¿y la velocidad? y mueren solidificadas en un buff o en un gorro trás cumplir su misión. Esas lágrimas que si las pruebas son saladas como el mar pero dulcifican un duro día de trabajo...
6 comentarios:
Como un elfo...
Rebajo el nivel de tu prosa para añadir que, además de los lagrimones otro dato a reseñar es que los güebos quedan como pasas. y lo del medio, p'a un concurso.
Que pasa!!!
vente a la Costa Brava!!
que solo quedan 3 meses para comenzar la CBXR!!!!
aquí hace solete!!
nos vemos campeón!!
ánimo!
qué bonito, pero qué duro encontrar esa belleza.
¿Dónde quedaron las burradas que contabas de vez en cuando? Bajar de 2,45 ha venido muy bien a tu prosa...
Por cierto: que me voy a correr, que tenemos 18º, y luego a la piscina.
Hay epocas en que las palabras fluyen mejor que otras. Pasa lo mismo con los kilómetros, las relaciones con la gente e incluso el tránsito intestinal ;-)
¿no?
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