Ayer tarde al salir del trabajo llamé a torre de control y solicité autorización para aterrizar en la carretera de las Aguas, aquí en Barcelona, y correr un rato. Control, como siempre, sin poner problemas a pesar de la niebla que había.
Poco a poco, a medida que me iba acercando, cambié planes y ya entre dos luces tiré palmonte en lugar de hacer los habituales 16 kmsyalgo que unen el parking de Maduixers con el final del puente de madera, ida y vuelta (para los que lo conozcan). Busque trialeras viejas y caminos nuevos, probé trochas que se adivinaban entre pinos. Subí y subí. Bajé. Volví a subir. Veredas que se retorcían como los sarmientos de una vid, surcadas por las marcas que dejan las bicis de descenso al frenar y al derrapar. Raíces. Piedras sueltas. Desorientado pero sabiendo que es imposible perderse, y ya a oscuras aparecí a los pies del Tibidabo. Cruzé la carretera y por otro camino, le dí la vuelta completa sin apenas tocar asfalto. Luego ya solo quedaba bajar. También por caminos de tierra, ahora ya más anchos y seguros. Un tropezón o una caída no es lo que necesito ahora. Me lo pasé como un enano. Solo una hora pero con la sensación de estar en medio de un bosque. Frío, niebla y humedad. Y cansancio. ¿Qué más se puede pedir antes de volver a casa? Sigo vigilando la rodilla. Algo se hincha pero parece (o al menos me parece a mi) que menos.
3 comentarios:
Frío, niebla y humedad. Y cansancio. ¿Qué más se puede pedir antes de volver a casa?
Ummmmm, déjame pensar... pues nada.
Ale cabrilla, a pasarlo bien y a disfrutar dentro y fuera de casa. Esa rodilla cuidamela, ok! Unos mimillos nunca le vienen mal.
Una forta abraçada!
¿Cuándo caigamos por Barcelona se te puede llamar para que nos enseñes alguna de esas zonas de pateo intensivo?.
Otra abraçada!
Llamad cuando queráis...vasi a flipar lo que hay a 200 m del hospital Vall d'Hebrón. Yo encantado de rodar acompañado.
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