jueves, 8 de enero de 2009

De donde yo vengo...(sniff)

Y, apoyado en la baranda del puente...
Algún día, antes de que yo naciera, estoy seguro que las casas gatearon colina arriba hasta llegar a asomarse al río. Ese río que antes se helaba completamente y ponía a prueba la hombría de los chavales del barrio. Era más machote quien se alejaba más de la orilla. Pasos y crujidos. ¿Era hombría o era temeridad? No recuerdo.
La casa donde yo me críe no fue de las primeras en llegar y quedó en segunda fila. Algunos arboles intentaban impedir la vista pero, estirando el cuello, encontró su hueco. En días -como el de la foto- tranquilos y fríos, los edificios se ven la cara en el agua y reparan en esas mellas que el tiempo y el clima van dejando en sus tejados, paredes y ventanas.

Un río y un pueblo. Bonita pareja...
Cuando el Tormes se engordaba de las nieves fundidas de Gredos, allá por la primavera, bajaba enfurecido camino de Salamanca arrastrando arboles y piedras a su paso.
"Antes se inunda medio pueblo que toque el agua este barrio", decía mi abuela si nos poníamos nerviosos en casa. Pero en esas noches de crecida, siempre antes de dormir, todos pasábamos por la ventana para cerciorarnos que el puente seguía ahí. Y es que pueblo y río se necesitan el uno al otro y no se harían más daño del justo. El río inundaba las huertas de la ribera, desmontaba algún camino y cambiaba la microgeografía de charcos y alamedas. El pueblo aguantaba siempre sereno, respetando. Luego, con el estío, le devolvía el golpe con la avalancha de gente (autóctonos y turistas) que se ponían en remojo en sus aguas, pisaban los verdes prados y le chupaban el agua obligándole a enseñar sus huesos de río. Y así durante muchos años.

5 comentarios:

davidiego dijo...

que sigas creando el mismo recuerdo todos los años.

Antoniu dijo...

Me ha encantado el relato.

Tienes razón en que existia un pacto tácito entre los pueblos y sus rios (o es al revés?) de no agresión. Acuerdo que creo que últimamente no respetamos. Solo hay que ver los rios como bajan :(

De aquí a unas horas entoy con los skis en medio de la montaña. Te mandaré recuerdos (telepáticos) desde allí.

Adeu!

Beatriz Alonso dijo...

Es una pasada...el rio y el pueblo, ambos, y las posibilidades que nos han dado. Que afortunados somos Esteban. Dice mi hermano, que hace un par de días, el rio se nos ha vuelto a helar (ya hacía años) y desde nuestras respectivas lejanias, no lo hemos disfrutado..tampoco sufrido..que se nos olvida el termómetro por debajo de 0 en la piel...parece justo

tonicendon dijo...

Cuantas veces he pasado por es puente con mi moto cuando viajaba de Medina del Campo a Extremadura o Andalucía por placer y sin prisas ,disfrutando de la carretera.
Esa estampa de Alba de Tormes la tengo grabada en la cabeza desde hace muvho tiempo y la revivo cada vez que vuelvo a pasar por el puente.

Jetlag-Man dijo...

Muy bonitos los dos (el pueblo, y el relato).