Collserola se quitó, en forma de tormenta, el manto negro que llevaba todo el día encima. Un buen rato lloviendo, cayendo agua a manta, y se quedo casi desnuda. Casi. Ahora, cubierta por un sensual salto de cama hecho con nubes en forma de fina niebla seducía desde lejos. Sin enseñarlas del todo, mostraba sus curvas y sus rincones la Carretera de las Aguas provocando un deseo bestial de subir hasta allá para correr un rato. Conocía la sensación. Entre la fina neblina se respira un ambiente casi sano mientras a tus pies, con el aire limpio y claro, Barcelona empieza a oscurecerse y las luces van ganando terreno a la noche. Seducido por el plan cargué los trastos en el coche y me fui a hacer mi tirada larga en este camino que bordea el balcón desde el que mejor se ve la ciudad. Increible. Son 8 kms hasta el puente de madera. Para ir y volver tantas veces como quieras. Siempr pisando una tierra acolchada por las lluvias caidas pero sin ser barro. Respirando un aire humedo con trazas de pino. Alejado del barullo de más abajo pero testigo mudo de él. Así da gusto entrenar.
Pero eso fué este fin de semana. Hoy ya es lunes y el escenario será distinto. Ni mejor ni peor. Distinto...
1 comentario:
... siempre quedará Gredos.
Publicar un comentario