Un río con inmenso caudal de agua dulce. Tan dulce como un abrazo después de una caída o una colleja que te enseña a respetar. Tan dulce como un vaso de leche con miel a 39º de fiebre o un castigo bien puesto por pasarte de listo. Tan dulce como un bizcocho para el día de tu cumple o un tirón de orejas por hacer daño de forma gratuita. Ese río nacido a cientos de kilómetros de la costa y que ha recorrido angostas gargantas, revirados meandros y verdes valles. Ese río que ha pasado bajo puentes de piedra y de cemento, que ha mojado los pies de ciudades y pueblos. Ese río que ha dado vida a todo lo que tenía cerca sin pedir nada a cambio (bonita forma de generosidad). Aguas que parecían revueltas a veces pero eran claras y transparentes cuando te acercabas, reflejaban en él lo que eras y lo que tendrías que ser. Ese río llegó finalmente al mar. Al infinito mar de agua salada. Salada como las lágrimas. Lágrimas de un recuerdo dulce. Dulce como el agua de río.
He vuelto.
8 comentarios:
Un ABRAZO.
Otro de mi parte.
Ya era hora! Bienvenido de nuevo.
Molta força amic.
Nunca te fuiste. Por que lo que se quiere nunca se va.
Sr escritor, un abrazo
Se te echaba de menos. Ánimo.
Mil gracias, de corazón !
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