No es por no ir

Después del primer intento frustado de mojar el neopreno volvemos a la carga con una semana pasada por agua. Las ganas de entrenar estan ahí, pidiendo pista entre las nubes que aprietan pero no ahogan. Las carreras por la sierra que tocaban esta semana se estan haciendo esperar y vivo en el autoconvencimiento de que este descanso me vendrá bien a medio plazo, aunque me acogote a corto. No quiero darle más vueltas a los 3 días que llevo parado. La única razón para empezar a ponerse nervioso sería la proximidad de Zegama, pero para eso queda algo más de un mes (no es tanto pero, al menos, no es inminente). Desde la lógica más ilógica que soy capaz de elucubrar, y teniendo en cuenta que motivación hay de sobra -a día de hoy- ¿por qué no es hoy un buen día para acabar chorreando después de una hora larga de trote? Y un chocolatito bien caliente después de la ducha ¿no sería el premio ideal a un esfuerzo así? No se. Pero dan ganas de pillar al mal tiempo y meterle un beso de tornillo que le corte la respiración. Quedarse en el campo base no es la solución cuando has llegado hasta él y tienes delante la montaña. Hay que ir porque, si no vas...no has ido. Digo yo.