La tarde se presenta monótona. Barcelona-Madrid no son solo 600 kms por la A2. Son mucho rato solo, pensando, dando vueltas a todo, recolocando cosas en el desordenado ático que llevo sobre los hombros. Hay tiempo para la nostalgia de lo que dejas atrás y para buscar ese puntito/puntazo positivo a lo que hay por delante. Hay tiempo también para esas llamadas a amigos que están pendientes desde hace días. Para saborear ratitos apelotonados unos contra otros pendientes de tener un momento para poder disfrutarlos del todo. Migajas de felicidad que recoger. Hay tiempo incluso para hacer algún plan a medio-largo plazo de esos que luego no salen ni de casualidad. Hay tiempo hasta para escuchar buena música.
A medida que avanza la tarde, mirar por el retrovisor solo devuelve imágenes cercanas en el tiempo pero lejanas en la distancia. Coordenadas espacio-tiempo juegan caprichosas con las últimas experiencias vividas. Cada uno a su ritmo, cada cual según sus prioridades. Y cuando a medio camino, ya pasado Zaragoza, pare a tomar un bocata de tortilla francesa con una cerveza pensaré una vez más que no hay cosa peor que estar en medio, ni en una orilla ni en la otra, ni rodeado de mis nenas, ni enrocado en mis entrenamientos. A medio camino entre el yendo y el viniendo, entre el ponte bien y el estate quieta, entre el ya salí y el ya llegué...es justo ahí donde más duele.
Ya me voy...
2 comentarios:
El próximo día que recorras la A2 avisa y tomamos un cafecillo en el área de Zaragoza
A mi no me has llamado
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