Un té rojo. Y un trozo de bizcocho recién hecho que sabe a cariño y a mimos. Remate a un día de esos que te envían a la cama con un sabor de boca muy bueno. Se aleja la desgana y el apalancamiento de la semana pasada. Ya toca. Y mientras, entregan los premios Max de la Artes Escénicas en la 2 (¡¡ qué distinto de los Goyas de ayer, ni mejor ni peor...diferente !!). Yo no entiendo mucho de teatro. Tampoco de cine. Ni siquiera de triatlón. Puedo decir si una pelicula o una obra de teatro me gustan, me llegan, me divierten. Nada más. Pero uno es muy mostrenco y al final siempre acaba tirando para lo suyo. Estas galas son como los vídeos de Hawaii. Los ves y disfrutas. Pero luego te queda un poso agridulce de lo que te estas perdiendo. Otro detalle. En esta gala, con poemas de Machado como hilo conductor, he encontrado, también, algo que me vuelve a llevar a mi querido día a día deportivo-familiar-laboral:
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Vamos, que esto de currar, entrenar y atender a la familia no es de ahora. Si, ya me acuesto.
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