Ya hace siete días y algunas horas desde que acabó la maratón. Los recuerdos del día de la carrera han ido y venido durante toda la semana como las olas en la playa -¿dónde habré estado hoy? :-) . Un café de buena mañana con sabor a kilómetros, un email con un tiempo que se cuela en la bandeja de entrada, una llamada de telefóno con sensaciones compartidas, una sonrisa cómplice en el metro de alguien con quien compartes agujetas. A golpes. Porque la vida sigue su curso normal, a pesar de la marca, a pesar de los dolores, a pesar de la uña negra, a pesar de todo. Y con el agotamiento de un esfuerzo bien recompensado he dejado pasar la semana sin hacer nada. O mejor dicho, haciendo nada. Zero. Ni agua, ni zapatillas, ni bici....ni punto de cruz. Y no pasa nada. Ahora, a medio camino entre dos maratones, una de asfalto ya en el saco y una de montaña que se ha endurecido por la nevada caida pienso que...también como las olas ire volviendo a los entrenamientos. A golpes. Poco a poco. Y el domingo próximo la Vall del Congost tendrá la palabra. Será el juez que dictará con su sabiduría si este cuerpecito estaba preparado (o no) para el tute que le pego.
2 comentarios:
Zero no, capullo!
Despues del atracón de estos dias necesitas de una buena digestión para afrontar la Vall del Congost con jambre! Tranquilo que con lo fino que estabas en la maratona te auguro una buena carrerita de montanya este finde. Ya lo veras.
No seras de esos que pone primero la venda antes que la herida?
;)
Un abrazo, gacela !!!
¡¡¡La leche!!! El título del post es el mismo que el de la revista que compras cada mes... Por fin empiezas a dar pistas.
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