El metro serpentea por los túneles entre parada y parada. Si, dentro del vagón, te colocas en un extremo y miras hacia el opuesto verás este movimiento en perspectiva y como la gente aparece y desaparece según sea curva hacia un lado o hacia otro. Los latigazos que da el convoy sacuden las cabezas de los viajeros que leen, duermen o escuchan música. Los que como yo (como tú) van pendientes de todo son capaces de dominar con su cuello este vaivén.
La vida misma.
(dedicado a un amigo al que le debo un abrazo en la cima de la Maliciosa)
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