"Madrugar es solo si vas a trabajar, si es para ir al monte o hacer algo que te gusta se llama levantarse pronto", decía un buen amigo. Y, la verdad es que razón no le faltaba. A mi, por lo general, no me cuesta excesivamente ninguna de las dos cosas. Y digo por lo general porque hay días en que saltar de la cama a la ducha se convierte en una auténtica T2 de esas en las que te duelen las patas y el corazón. Sacar el pie por el lado de la cama y apoyarlo en el suelo (acto conocido como "echar el ancla" en esas noches de borrachera cuando la habitación no para de dar vueltas al acostarte) siempre lo he interpretado como conectar con el mundo real desde ese pequeño paraíso personal que es mi camita. Hay como un pequeño calambre que sube desde los dedos y recorre todo el cuerpo mientras el otro pie va dejando también el nido. "Conectado a otro día más", aparece en el cuadro de mandos entre las cejas y el cogote. Y poco a poco todo se pone en marcha. La ducha reactiva y prepara para el desayuno (¡¡ joder, lo mejor que hay por la mañana !!). Y ya, pensando más en lo que viene por delante que en lo que has dejado atrás, abandonas el área de transición y sales a correr tu triatlón diario. El objetivo final hace años que siempre es el mismo: ser un poco mejor persona y un poco mejor (tri)atleta. No me preguntéis cual de las dos cosas cuesta más...
Hoy tocaba madrugar.
3 comentarios:
Pues yo he decidido ser peor persona, que tengo que mejorar mucho el tri. Menos mal que te han puesto el AVE ¡eh!
Pero en el Ave no te has aburrido ¿no? Por lo menos te he dado conversación...jejejeje
Oye, pues qué coincidencia, yo ese mismo día cogía el AVE por primera vez. A las 7 de la mañana, desde Atocha, ironías de la vida. Por cierto, para llegar me tocó levantarme a las 4:30. Y era por trabajo, pero no tengo muy claro si he madrugado o si me he levantado pronto, porque a mí me gusta mi trabajo.
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